jueves, 3 de enero de 2008

LA POLITICA CON MÁS DELIBERACIÓN QUE GESTIÓN.

Es un problema complejo hablar de la importancia del significado y el sentido de la razón de ser de la política, cuando ella misma es un fenómeno desprestigiado y hasta bastardeado en este tiempo y espacio latinoamericano. Actualmente se nos aparece, o se nos manifiesta como un caos nada edificante: corrupción, demagogia y discurso tramposo pero por sobre todo una práctica seudo eficientista, propio de la creencia de que la política solo es gestión, la práctica del hacer, con la dinámica recíproca de la inmediatez y la urgencia convirtiendo el objeto de la política en una actividad ciega y carente de la razón ordenadora. Muchas de las acciones políticas no resueltas son porque sólo se buscó una sola solución, o porque se encerraron en un debate de aplicación sin salida a contramano de una sociedad plural y de muchas tramas.

La política es voluntad, es agilidad para dar la repuesta, pero también es el entusiasmo por realizar un acto justo, para que exista más y mejor democracia, para achicar los niveles de desigualdad, para una sociedad más inclusiva. Pienso que la sociedad toda nos debemos discusiones, análisis críticos para entender por ejemplo cuál es la propiedad sustantiva de la democracia, a que principio de justicia apelaremos, para no seguir cristalizando lo ambiguo y lo vacuo con adherencias a las vivencias de la gente o del “caos de sensaciones” en el decir kantiano

Por otro lado también amerita que la clase dirigente se replantee si ¿lo que se piensa es solo lo que se conoce? ¿Y los mundos nuevos? Debe haber objetos nuevos como nuevas filosofías políticas que potencien otros sujetos sociales.
La capacidad de pensamiento deberá también rever la mirada sobre los resultados y las contradicciones entre el uso y disponibilidad de recursos ante los magros resultados o impactos en los cambios o en las mejoras. Si la interpretación es la economicista seguramente se aplicará la lógica de suma cero, sí es más hermenéutica posiblemente sean otras, lejos de la lineales o reduccionistas.

Sin embargo hay que poner un poco de luz en el orden de nuestros conocimientos y representaciones mentales sobre la política y pensar si acaso no estamos sosteniendo una teoría del conocimiento anclada débilmente en los objetos reales, en las palabras que las nombran, en las ideas que se construyen sobre ellas y en los sujetos que les dan significado. ¿Hay unidad entre ellas? ¿Hay algo patentizado y de propiedad absoluta en cada uno de ellos? ¿Es algo qué les pasa? ¿O es algo qué nos pasa a los humanos con respecto a esos objetos? En cada época filosófica de la historia del pensamiento hubo una teoría de conocimiento apropiada y propedéutica para hacer el camino en ayuda a la razón o la existencia humana.

Si la política no es sólo gestión, ¿cuál es su campo de trabajo? ¿Delimitar lo qué es de derecha o de izquierda? No ya, fue el paradigma de mundo bipolar de la segunda mitad del siglo XX. Es dilucidar lo perplejo, la incertidumbre, poner categorías inteligibles para esta fluidez posmoderna frente al porvenir, para contrarrestar los efectos perversos que ya se ven. Poder superar los síntomas “zombis” de esta contemporaneidad. Política es deliberación para una sociedad más en equilibrio. La gestión por ende es propedéutica, vendrá después de la deliberación., para evitar, digo equivocaciones