domingo, 27 de noviembre de 2011

Presentación de mi nuevo libro ¿POR QUÉ LA ESCUELITA?



¿”Por qué la Escuelita”? Es el texto literario que hace referencia a la escuela Diego de Rojas, en Famaillá, Provincia de Tucumán, convertida por el decreto 261/1975 en un centro clandestino para la desaparición y tortura de personas en el inicial Terrorismo de Estado. Mediante una estética de ensayo y sobre un plano narrativo testimonial, más una mirada crítica se acusa al poder desbocado, cazador de vidas y ladrón de juventudes, de existencias soñadas a hombres y mujeres, al argentino Juan Carlos Baer. Un gobierno se olvidó de nombrar y mantener a la democracia y despojó a este ciudadano de sus derechos y de las oportunidades para organizar su mundo, en su realidad de pueblo, en aquel Tucumán de tenebrosas noches en el orden social. Atacó contra él, injustamente devenido en extraño, peligroso, azaroso a la energía colectiva y comunitaria de Bella Vista.

La maquinaria de imposición del terror y violencia usó ingenios azucareros, ruinas jesuíticas, cárceles comunes e instituciones, todas fueron vaciadas de su legado social y cultural. Entre ellas la escuela de Famaillá, considerada por “la historia de la verdad” como el primer centro argentino para la tortura.

Lo vivido por Baer en esos muros escolares, pone en cuestión la misión fundacional de la escuela, tanto en el ayer como en el hoy, —actualmente funciona en el mismo lugar  y con su mismo nombre de orígenes— y es la temática que transversaliza y sostiene argumentativamente al presente libro.

¿Cómo poder ser indiferentes ante el dolor registrado en los años de Terrorismo de Estado? ¿Hay calidad ciudadana si no se aprende a ver, hablar y actuar en los años de secuestro y tortura? ¿Pueden algunos quedar fuera de ese pasado? Nadie puede estarlo. Si en aquella época no se ejercieron los derechos por las vidas dignas de reconocimiento y por ende “no lloradas”, hoy no es moral ni virtuosos sostener el silencio, la indiferencia y ser usado por el dolor de lo vivido como herramienta de intereses emocionales o movimientos políticos actuales. La pasividad de ese tiempo histórico nos obliga a mutar con actividades de ciudadanía responsable y comprometida. Si ese pasado fue revestido con otras normas, con otras ideas y con otros imaginarios, nuestro presente se constituye como la gran posibilidad para construir otros marcos reglados, con otro “nosotros responsable de la vida”, con condiciones sociales y valorativas para sostenerla. Ese pasado fue una realidad, que se abrió a nuestros pies, la miramos pasar pero no la convertimos en problema, por eso por mucho tiempo no la cuestionamos.

La necesidad de trabajar con la conciencia histórica les plateó a los autores la no resignación a cuestiones que trascienden el relato historiográfico, llevándolos a una reflexión explorativa y comprometida ante las contradicciones de esa realidad viviente de la trágica Argentina del siglo pasado y no ajena a la dimensión continental.

Lucía Cáceres se mete en el cuerpo sufriente, en las heridas, en las bordura de las cicatrices del protagonista y víctima de la violencia: Juan Carlos Baer. Baer es el actor de la historia, Lucía pone en palabras el dolor, la verdad para la construcción de la memoria. Y así relata: “Después de la feroz golpiza que sufrí en esa noche trágica y viendo la condición de mis compañeros “no tocados” pensé que debía acomodarme a esa traza, que no tenía otra opción para mi vida. Tuve que callar, debí aceptar todas las imposiciones de ese régimen. Pensé en mis derechos de preguntar, en el valor de la palabra, en la confianza que da el diálogo, como uno de los derechos ciudadanos. Supe que en la sociedad se puede disentir, que existe también la posibilidad de compartir el pensamiento distinto y heterogéneo. Sin embargo, avizoré que el ejercicio del beneficio de la pluralidad que todo sujeto moral tiene, fue difícil encontrarlo en ese lugar.


El aula se convirtió en el recinto para recostarme en largos y profundos silencios. Mi corta existencia hasta los años de juventud traviesa cambió agudamente por el análisis y el cuestionamiento. Creí ver que en esos años de mozuelo, nuestros aconteceres fueron francos, cargados de vigorosa y sincera plenitud. Sin embargo, reconozco que en nuestra sociedad hubo más tibieza que convicciones. Con el sufrimiento y la racionalidad herida ante la privación de mi libertad reconocí que el derecho a la palabra estuvo opacado, tapado. Democracia, derechos humanos fueron sólo nombres, no estuvieron en nuestro lenguaje, ni en nuestra jerga juvenil, simplemente las pronunciamos sin significados y sentidos, sin contenidos y sin semántica. Tampoco la construimos en una comunidad de pertenencia sobre la base de la nación, el territorio, la lengua y la cultura. Fueron nombres que “no” representaron a objetos ni identidades. Pág. 28

jueves, 20 de octubre de 2011

CONFERENCIA: EDUCACIÓN…ENCUENTRO Y MENSAJE SOBRE LA MEMORIA LUGAR: PASEO CULTURAL: Dr. PEDRO IGNACIO DE CASTRO BARROS. JUEVES 29 DE SETIEMBRE

Voy a referirme a un término que los docentes o formadores de docentes lo necesitamos para los temas difíciles, complejos de abordarlos, de transmitirlos sin dañar las subjetividades de seres todavía no maduros, no emancipados. Hablo de LA PARRHESÍA, tal como la estudió Michel Foucault, práctica de la Antigüedad, ejercicio de decir la verdad “sin esconderla con nada”, bajo el riesgo del rechazo o la ira del interlocutor. "Se trata de una verdad que dibuja una estética de existencia, que anuncia a hombres el coraje que necesitan y los riesgos que afrontan en su decir veraz”.

Y la verdad que yo creo interesante plantearles que nos aproximemos a la parrhesía con un tema candente en este hoy: la violencia que considero que estuvo tanto en el Terrorismo de Estado (disfrazado de botas, NN, autoritarismo y horror) y que ahora la tenemos maquillada con otras manifestaciones como la niñez desatendida, en los jóvenes con adicciones peligrosas o mujeres golpeadas o feminicidio, por ejemplo.

Entonces vale preguntarnos en este escenario de contexto de estudio y siguiendo el concepto de PARRHESÍA (práctica de decir o descubrir la verdad) si somos violentos a pesar del avance de la civilización occidental. O en mejor caso descubrir si SIEMPRE FUIMOS VIOLENTOS. O CUÁNDO NACIMOS INSTITUCIONALMENTE VIOLENTOS. O EN QUÉ PERÍODO HISTÓRICO LO PODEMOS SEÑALAR COMO QUE INICIÓ LA GOBERNABILIDAD CON EL USO DE LA VIOLENCIA. Son reflexiones que nos permitirá conocer en que noción política estamos, si habilitamos en la PRÁCTICA PEDAGÓGICA la problematización de la democracia, si cuestionamos la formación de ciudadanos que tenemos y la que debemos lograr con relación a la esfera de la ética personal y la constitución del sujeto moral.

Tenemos para decir que debemos distinguir que hubo una norma social que andamio el ejercicio de la violencia, que hubo una impronta, EL PAHOS AUTORITARIO en la sociedad, que muy bien lo planteó Oslak en la formación del Estado. Y él dijo que antes de su conformación debe haber una sociedad, en esa lógica el Estado soy yo, es decir la suma de todos los pactos entre los individuos que deseamos que no garanticen la paz, el orden, la justicia. En este presente el democrático, lo tenemos por la instrumentación de la representatividad para alcanzar el bien común entre otras cosas. Creo que debemos revisemos nuestra vocación contractualista de conformar ese pacto entre todos a partir de lo legal y del Estado de Derecho en el ámbito jurídico.

La aparición de las muestras feroces del “pathos autoritario” es el que se instala encubiertamente en los individuos torpes o en las sociedades inmaduras, intolerantes a aceptar las diferencias convivientes. Son ciegos a la diversidad de pensamiento que no pueden racionalizar que la humanidad es un perteneciente de todos. El pathos autoritario es propio del actuar primitivo cuya esencia se permea en un “PROTO HOMBRE” que conoce solo “LEY DEL GARROTE” o en el “JEFE HACIENDO DERECHO" y creyó que haciendo su uso se lograrían actos efectivos, de una manera rápida y frente a esa lógica perversa se engolosinaron en el más falso de los éxitos.

En esos marcos de miramiento hacia ese pasado el “OTRO”, fue el enemigo marxista, calificado como un no semejante, desvalorizado y cristalizado en miradas descalificantes y a su vez desde el otro lado, el enemigo fue el representante de ese orden donde era imposible lograr las utopías y hacerlas cumplir.

En cualquiera de los dos frentes el miramiento fue "el otro" que no alcanzó el mérito para que llegue a justificar una existencia digna y aceptable para la convivencia. Dentro de los parámetros ideológicos de la época, ese otro era el enemigo NO HABILITADO COMO HOMO SAPIENS, por el contrario tuvo un estado de precariedad, considerado como un OBJETO INSERVIBLE Y PELIGROSO.

Fue un DESEQUILIBRIO DARWINISTA, basado en la superioridad, y por ello con la acreditación del uso de la violencia del más fuerte hacia el más débil. Desde ambos lados todos estuvieron etiquetaron como molestos y desarticuladores de la sociedad. El enemigo fue calificado como un objeto eliminable. Fue una humanidad radicalizada donde la verdad con su discurso fundante no crece, puesto que sus escenarios tuvieron escasas presencias de ética y moral social o política.

“PUDIMOS HABERNOS FORMARNOS PERFECTAMENTE DENTRO DE UNA MATRIZ DE PODER DE POLÍTICA DE IMPOSICIÓN VIOLENTA PERO ELLO NO SIGNIFICA QUE NECESITEMOS RECONSTITUIR ESA MATRIZ DE UNA MANERA LEAL O AUTOMÁTICA A LO LARGO DE NUESTRAS VIDAS” nos dice Judih Butler. No hace falta ser ingenuos o mirar para otro lado para ubicar (nos) siendo parte constitutiva de esa época histórica. Como los derechos intergeneracionales, nuestros antepasados directos o en segunda generación formamos esa época.

Siguiendo el espíritu de este Encuentro y tratando de encontrar un mensaje superador a un futuro que nos corresponde ser responsable es que apunto al artículo 5 de nuestra Ley de Educación Provincial. N 8678 que dice. Lo que nos toca de hoy mirando ese pasado y pensando en el futuro es el quehacer ciudadano para poder ubicar las instancias y los instantes de formación del poder autoritario, como también la anarquía normativa que actualmente vivimos en algunos casos.

Es tarea de los adultos hacer los quiebres de ese modelo autoritario e inflexible. Y no confundir autoritarismo con Autoridad. La Autoridad se lleva bien con la democracia y con los ciudadanos por que aceptan el Estado de Derecho, Acepta los modos tolerantes, confiable en la permeabilidad de la razón instrumental y amante de la dialogizante, que respeta al disenso, el pensar diferente y al otro diferente. Autoritarismo y democracia no son parientes y ni pueden hacer alianzas, salvo las conocidas en la historia universal.

Considero que no se puede ser indiferente ante el dolor registrado en esos años de violencia, como los de ahora tampoco. Abogo entonces por instalar calidad ciudadana, aprender a ver, hablar y actuar, tanto referido a ese pasado reciente como a la continuidad social deseable que nos merecemos. ¿Pueden algunos quedar fuera de este problema? Podemos los docentes, las instituciones, lo formal y lo informal, quedarse afuera? Nadie puede estarlo. Si en aquella época no se ejercieron los derechos por las vidas dignas de reconocimiento y por ende “no lloradas”, hoy tampoco es moral y virtuoso sostener el silencio, la indiferencia. La pasividad de ese tiempo histórico nos obliga a mutar con actividades de ciudadanía responsable y comprometida. Si ese pasado fue revestido con otras normas, con otras ideas y con otros imaginarios, nuestro presente se constituye como la gran posibilidad para construir otros marcos reglados, con otro “nosotros responsable de la vida”, con condiciones sociales y valorativas para sostenerla. Ese pasado fue una realidad, que se abrió a nuestros pies, la miramos pasar pero no la convertimos en problema, por eso por mucho tiempo no la cuestionamos.

Certeramente Julio Cortázar dijo refiriéndose a esa traza histórica cuando acercaba más luces que sombras. Él dijo: “ME GOLPEÓ LA ÉPOCA Y NOS ARRASTRARON EN LOS CONFLICTOS DEL SIGLO”. Su condición de intelectual desencantado avizoró la desconfianza ante una Argentina híbrida y golpeada, con la que se vivió de punta, entre ausencias de fe y nostalgias, como de pasiones antagónicas y rebeldes. Hoy tenemos la oportunidad de no repetir modelos violentos aunque estén disfrazados con cualquier maquillaje. Nosotros tenemos en nuestras palabras y gestos encontrar ese mensaje que el hombre Enrique Angelelli lo corporizó desde su rol y función.

PONENCIA SOBRE LOS DERECHOS POLÍTICOS DE LA MUJER. SIMONE DE BEAUVOIR

Su mensaje fue claro: “Hagan como yo. No tengan miedo. Salgan a conquistar el mundo: es de ustedes” Es sin duda una de las mujeres más importante del siglo pasado. Sin embargo, su figura careció de la dulzaína corpórea que años más tarde la psicología le endilgaría a las mujeres que los buenos modales son parte de la feminidad. Muchos comentaron su particular estilo de vestuario, sin charme sin glamour, ella fue adusta, hosca, le gustaba usar un turbante copetudo que le daba un aspecto de sultán, con una personalidad implacable para mirar lo grande y lo terrible y coherente para decir con su vida y cuerpo lo que iba pensando y diciendo. Lindaba con una sinceridad sin atenuantes, exigente con sus amigos y amores a quiénes azuzaba con rigor crítico. Todo esto le restaba para la etiqueta del “no ser tan femenina” o del superfluo decir de las comadres que la rotularon como la “institutriz con zapatos de taco chato”.

Hace 103 años nació Simone y observamos que su figura hace más notable la paradoja y la victoria en esta mujer vanguardista. Nunca quiso tener hijos, y sin embargo es la madre espiritual y simbólica de millones de hijas en el mundo y del feminismo en particular. Su libro EL SEGUNDO SEXO (1949) es dentro de sus obras el ensayo más agudo sobre la opresión de las mujeres. Se convirtió en un libro talismán, el libro rojo del feminismo, desató una revolución moral con respecto a la mujer en la sociedad y patrocinó un poder libertario que todavía ejerce sobre millones de lectoras. Sus novelas y memorias tuvieron impacto y reconocimiento similares. “MEMORIAS DE UNA JOVEN FORMAL”, “LA PLENITUD DE LA VIDA”, “LA FUERZA DE LAS COSAS Y FINAL DE CUENTAS”.

Escribió sobre sexo como ninguna mujer lo hacía, sobre el aborto, sobre la violencia, sobre política y guerras de liberación del medio oriente y el de sus propias experiencias con un nivel de exposición apabullante. Junto a su pareja el escritor Jean Paul Sartre se convirtió en una de las más célebres y emblemáticas del siglo: desde que se conocieron, en 1929, nunca se casaron, se dedicaron el uno al otro de manera absoluta, se permitieron involucrarse sexual y emocionalmente con terceros, siempre y cuando compartieran los detalles. Simone quería y sostenía con su pluma, de la misma manera que con su gesto corporal de género “una nueva sinceridad” el “otro modo de vida”. De alguna manera lo fue con su manera de vivir en pareja y en sus vertientes dramáticas, sino en la forma de ser una pareja abierta como lo sería ahora al consumismo libertario de tipo americano, sino como una de las manifestaciones del existencialismo de cada conciencia que logra su libertad a partir de una perpetua superación del sí mismo hacia otras libertades. El amor y la amistad no podrían realizarse sin conflictos, ya que no se trataba de una política de la felicidad sino de una exploración de la libertad. Este libro no haría mujeres con relaciones celosas, envidiosas o despectivas, sacándose los ojos entre ellas. EL SEGUNDO SEXO daría la buena noticia de que ser mujer no es esencia ni un destino y que la opresión tiene un status contingente. Libro prohibido en Japón (maternidad por femineidad) y en URSS hasta la llegada de Gorvachov. En la misma Francia tuvo sus detractores. (Aumentar la tasa de natalidad).

• Su pensamiento tuvo la ausencia del sujeto cartesiano. Simone no se alineó a ello: “Pienso, luego existo”, sino pasó a algo contradictorio a ese poder racional y positivista. UNO NO NACE MUJER, SINO SE HACE”, dándole relevancia al efecto de la cultura, y todo lo que ella hace a través de las instituciones, la familia, la escuela, la sociedad, el contexto, la generación.

• Rechazó la influencia sobre la mujer facilitadora del consumismo: Dijo: “Como se trata de una sociedad de consumo, se condiciona a la mujer para que sea una consumidora. Y la consumidora ideal sería una mujer instruida, que se habría preparada para estudiar, para trabajar, para tener una carrera, y que luego se encontró encerrada en la cocina. Y entonces se la persuade de que se puede ser una mujer creadora haciendo una torta y lavando la ropa, y se la condiciona para que compre más y más cosas”.

• Con referencia a la política dijo: “Si la mujer está despolitizada, despolitiza al hombre. Eso es importante, porque siempre la emancipación de la mujer ha estado unida a la emancipación social. Cuando en Estados Unidos hubo un gran movimiento contra la segregación racial, en el siglo XIX, hubo al mismo tiempo.

• Luchó por la emancipación radical y decía que ello es posible mediante la igualdad con los hombres. Y ello es posible sólo con el trabajo, es decir el reconocido, el blanqueado. De allí su frase en clave: La igualdad y la emancipación comienza en el monedero. Estaba lejos del concepto de diferencia.
Invito a festejar su implacabilidad y su coherencia. Vivir en sus términos, reflexionarlos, inventarse en sus términos, reflexionarlo, discutirlos en sociedad, asumir responsabilidades, hacer de cada palabra un acto y de cada acto una palabra.

Lugar: Solar Vera Vallejos. La Rioja. Argentina. 18 de Setiembre de 2011.
Fuente: Revista N. Suplemento especial a los 100 años de su nacimiento.



viernes, 20 de mayo de 2011

CONFERENCIA EN LA MESA RIOJANAL SOBRE LA MEMORIA, LA VERDAD Y LA JUSTICIA. PLAN PROVINCIAL LA RIOJA. Lugar. Escuela de Comercio N1.


“El 6 de Marzo de 1958 el filósofo Jean Paul Sartre se preguntaba en el diario parisino L´Express como cuestionándose el orgullo nacional francés y decía: ¿Cómo decir “mi país” cuando mi país es el que tortura? ¿Cómo decir mi país cuando uno se avergüenza de lo que hace “su” país? Francia realizó desde 1830 como resabio del colonialismo imperial heredado de Napoleón la ocupación por más de cien años a Argelia y de una manera muy sistemática. Tras un revisionismo histórico de la intelectualidad de ese momento, entre los años 60 se imaginaban figurativamente la presencia de los quejidos y lamentos de los argelinos en las calles parisinas. A este hombre le dolía la muerte que Francia produjo en nombre ni siquiera, de una guerra.

Haciendo las diferencias específicas entre ese hecho y lo ocurrido con el genocidio de la última dictadura militar: (hablamos de otro siglo, otro contexto y otra ideología) hay algo que nos hace parecidos. Allá fue un acto prepotente del colonialismo, aquí una doctrina mesiánica fundamentalista de superioridad. En ambos situaciones hubo una “política de imposición” para anular las libertades, violar los derechos de las personas, atacar a la cultura, producir el endeudamiento extranjero, abultando considerablemente la verdadera deuda externa, borrando la industria nacional y, para más de los males se eligieron ciudadanos cuyas vidas no eran dignas de ser lloradas. Sin embargo, a pesar de toda esta realidad hubo un “nosotros” con un reflejo cultural, que apenas guardaba luto por unas vidas y no reaccionaba como nación o reaccionó con frialdad ante la pérdida de las mismas. Sería importante preguntarse como Sartre: ¿Qué marcos pensantes-sociológicos, políticos y culturales existían para que en nombre del Estado, una institución como las Fuerzas Armadas decidieran que unos vivan y tracen con la mayor planificación esa toma la decisión, que hoy lamentamos?

¿Cómo docentes qué actitud pedagógica elegiremos para enseñar lo difícil, lo complejo y que nos moviliza en hasta nuestros propios argumentos? ¿Qué palabras podremos elegir para enseñar este tramo de la historia que es necesario plantear para la reconstrucción de la argentinidad? ¿Cómo salir de esa situación de desánimo y crisis patriótica cuando no encontramos con las contradicciones conceptuales entre un aniquilamiento de población, el nacimiento y sostenimiento de una nación, las luchas por la independencia, o la construcción autónoma de país? ¿Cómo resistir ante la parálisis de la palabra por no poder abordar esta historia reciente donde el mito no se puede construir, porque ésta el dolor, la presencia viva de los actores del Terrorismo y cómplices del principio del “hombre es el lobo del hombre”? ¿Cómo superar la complejidad ideológica para generar sentimientos de pertenencia cuando se sabe que hubo un plan sistemático de desaparición de personas torturadas no tan inocentemente?

Pienso que hay que reposicionar a la educación en LO POLÍTICO. Si bien es cierto que nos encontramos con una temática con un magma y delicado para el psiquismo de la niñez y de los jóvenes en el ayudarles a construir su subjetividad, ésta no puede hacerse en el odio, en el resentimiento, en el olvido, en el ahondamiento de las heridas o en el esquivo consciente, apelando a cualquier pretexto (no lo sé, no tuve tiempo, no sé cómo abordarlo, está el profesor de Ética o de Historia). Un docente que aspira desde su rol la reconstrucción de su país y de una nación deseosa de la convivencia pacífica, dentro del fortalecimiento de la sociedad civil debería trabajar con la idea de establecer una masa crítica sobre la verdad de los hechos, superadora de la prevalencia de alguno de los dos demonios, o de la tendencia del binomio amigo-enemigo. Un docente que pueda desatarse por un momento de las cuestiones morales para poder hablar y nombrar no solo los hechos del Terrorismo de Estado, sino la de un gran “relato histórico nacional comprensivo-hermeneútico de la época” que se desarrollaba a escala continental pos guerra fría entre los ejes Este/Oeste.

La educación como acto político hoy y desde la escuela es tender a la pacificación y/o reconciliación sobre el ejercicio de la memoria, la verdad y la justicia de una sociedad y que no se llega a ella por obedecer al rito de un día feriado para el ejercicio de la memoria.

Las sociedades modernas y sus gobiernos han incorporado POLÍTICAS. Argentina con buen tino adecuó la política pública Por la Memoria, la Verdad y la Justicia y ha instalado nuevas formas de tratamiento, desarrollo de cuestiones problemáticas relacionadas con un pasado reciente y traumático. La memoria como una deuda intergeneracional para las nuevas generaciones, la verdad como el discurso superador al dominante y hegemónico que hace historia para el bronce y el romanticismo rosa e ingenuo que no sea anima a modificar el estatus quo. Si no hay memoria comprensiva de los hechos, si no hay verdad y transparencia no podrá haber justicia. Justicia que fácilmente la representamos simbólicamente como esa señora con los ojos vendados que equilibra los platillos de la balanza, en el principio Ulpiano de “dar a cada uno lo suyo”, y que el Estado Argentino dispone de los tribunales y de la legislación para su aplicabilidad. Es importante que ésta funcione, pero hablo de la justicia que empieza por mi condición de ciudadano respetuoso del orden justo, del derecho deber, del respeto por las normas, por las leyes, del valor de las instituciones de la república, de los valores de la convivencia democrática, de la paz en los hechos de la vida cotidiana y no la de los cementerios. Si mi yo, el yo de cada uno de los que estamos presentes aquí, los que somos en el territorio riojano, argentino y que conformamos esa ciudadanía consciente de su responsabilidad, haríamos el constructo justo para tener un Estado Justo.

El destino histórico y político de las sociedades se afirma en el ejercicio de la verdad y la práctica de la justicia, pero por sobre todo en la vocación a encontrar un "acuerdo básico sobre el común desacuerdo" (Reinhart Koselleck. Historiador alemán).Sobre la base de un debate lúcido que significa mantener las diferencias y exponerlas sin máscaras, a sabiendas que cada uno, desde cada vereda tiene la oportunidad de mantener su independencia respecto al otro, gracias al reconocimiento mutuo. El reconocimiento de ambas partes supone de entrada a una predisposición hacia la paz. Esquivando los prejuicios se puede construir la condición ciudadana y el valor de los derechos ciudadanos.

Sólo así tendremos una nación que aspira tener con una ciudadanía responsable a una democracia posible y no sobre ilusoria, democracia que se construye desde sus prácticas en el día a día y desde los mismos conflictos. Cuando una cultura de los derechos humanos esté instalada con la convicción del peso de la verdad de una misma histórica, no se podrá restringir la nación y muchos menos su práctica.

“Considerar las condiciones para que la violencia sea menos posible. Las vidas más equitativamente dignas de duelo y más merecedoras de vivirse”. Judiht Butler