domingo, 30 de diciembre de 2007

¿QUE TIENEN DE COMÚN LA POLÍTICA CON LA EDUCACIÓN?

Me debía como autora de textos tratar esta relación vincular, entre la política y la educación, no solo por ser temáticas muy actuales, sino para dar respuesta al visitante de este blog que puede haber realizado conexiones entre las dos entradas que hacen a su formato. Quizás, celebrando la consumación del acto lector a través de la participación con el texto, haya realizado inferencias, se haya jugado en anticipaciones, en planteos y desacuerdos, o simplemente se conectó con otros sentidos. Esto es la maravilla de la lectura cualquiera sea el soporte, papel, o pantalla informática. Es posible que se cumpla el pensamiento del escritor ruso Todorov cuando dijo “un texto es sólo un picnic en el que el autor lleva las palabras, y los lectores, el sentido”.

¿Qué sentido tiene hablar de la política y de la educación? ¿Es un tema solo de los profesionales docentes, o de una agenda ministerial solamente? ¿Es tema de planeamiento estratégico? (ojalá lo fuera) En realidad es un tema que nos compete a todos, porque el nivel de educación de un país, el destino y montos de los porcentajes del PBI (Producto Bruto Interno) serán los niveles de desarrollo humano, económico, cultural estables y confiables. Desde la Ley Federal de Educación de la época de los 90, y hasta la actual Nueva Ley de Educación, (Nº 26.206) se prescribe usar el 6% del PBI. Sin embargo no es suficiente cuando las economías son débiles. Cuba usa el 8%, Panamá el 6%, los países del sudeste asiático hace treinta años que están con esta medida, y en los países nórdicos las mediciones se realizan en los adultos y sus niveles de educación terciaria.

Al revés argentino, la historiografía nos está señalando que en unas épocas se consideró que” educación era un gasto, y no una inversión” “que no hacían falta libros en las escuelas” “que solo basta con la vocación docentes para estar frente a las aulas” “que los docentes además de enseñar pueden dar de comer, entregar zapatillas“ ”que la inversión en el área educativa no se traduce en votos inmediatos”. No solo fueron expresiones lingüísticas, fueron decisiones de políticas de Estado, llámese populismo, dictadura militar, estado neoliberal.

Los entrecruzamientos y los montajes de estas dos áreas como se ve son para los encuentros, y hoy mucho más cuando el paradigma latinoamericano para la inclusión y salida de la pobreza las agendas de estado están diciendo “Que cuando más se invierte en educación, más factible el crecimiento” (Murduchowickz en el País, Septiembre 2006).


Si bien es cierto que hicimos un análisis vincular entre estos dos conceptos, la intensión de este artículo es poder hacer otro viraje relacional entre Política y Educación desde la construcción y significación de ciudadanía como sujeto autónomo, como actor decisional en la red de instituciones que tiene el contexto social. En ese sentido y desde una moral o desde una ética debemos aspirar a que la Política ordene lo desordenado, suavice y resuelva el conflicto, logre la paz y el orden justo, pero por sobre todo potencie a que los hombres y mujeres sepan usar del poder, que naturalmente lo tienen pero que es necesario construirlo, en una sociedad donde la convivencia es parte de la vida.
La Educación como actividad también desea que los individuos sean personas con autonomía, con responsabilidades y con capacidades instaladas para ser ciudadanos activos, comprometidos en el contexto donde se mueven y para este tiempo histórico que vivimos. Pero aquí un elemento clave que aporta el psicoanálisis: ser ciudadano es autorizarse a serlo, es decir “uno se autoriza sólo a si mismo” Lacán.

La Política tiene el mismo objeto que la Educación: la autonomía de los seres humanos. Una educación de la autonomía puede ayudar a la salida de la crisis y a la mejora de sus subjetividades y contextos latinoamericanos.

Autores e intelectuales actuales reconocen que “la supuesta filosofía política moderna y contemporánea se olvidó de la cuestión de la educación” Castoriades 2005. Salvo los pensadores desde Platón hasta Rousseau, todos en adelante trabajaron en el falso presupuesto que ya estaban dadas las condiciones de individuos libres, porque hicieron sus propias reflexiones y tomaron conciencia sobre la acometida del capitalismo y sus consecuencias en lo socioeconómico.

Tener una salida hacia la autonomía es plantearse una paradoja, pero por ser tal exige abordarla con los criterios de paradoja. “la autonomía consiste en la capacidad de poner en tela de juicio a la institución dada por la sociedad; y es esta misma institución la que, por intermedio sobre todo de la educación, debe capacitarlos para poder cuestionarla”. Castoriades, Cornelius. Significaría no dejarnos atrapar por el dilema ¿el huevo o la gallina?

miércoles, 26 de diciembre de 2007

¿QUÉ NACIÓN?

La actual circunstancia histórica traducida en crisis, constatada en fragmentación insolidaria entre los diferentes estratos sociales, en la latente anomia social, en la espasmódica indiferencia, en la exacerbada violencia en todas las edades y sujetos, los argentinos sumamos otra pálida más, la crisis energética que se traslada consecuentemente en nuestros modos vivendus al ser afectados en mayor o menor medida con apagones masivos de luz, variaciones en la tensión domiciliaria, etc.

Si ya tenemos los efectos de la “incertidumbre prefabricada” con sus inevitables sensaciones de riesgos y ausencia de fiabilidad ante hechos y productos posmodernos, a su vez la variable tiempo no nos conecta a un espacio determinado y somos moldeado por la intangibilidad tecnológica, se suma en nuestro país una aguda crisis energética como resultado consecuencia de la irresponsabilidad política del funcionariato del Estado neoliberal que enajenó “el gran recurso estratégico”, el petróleo, obviamente privatizado a capitales foráneos.

Ninguna Nación-Estado, que se precie como tal, se desprende tan fácilmente de sus riquezas, las hace jugar geopolíticamente, por el potencial aprovechamiento a futuro en su propio territorio, o por los principios disuasivos en cuestión de soberanía y destino de grandeza.

Analicemos como argentinos esta inaudita “manera de ser”, de desprendimiento o desapego del patrimonio nacional en la conducta de la clase política que estuvo a contramano de la matriz de desarrollo sustentable porque se puso en juego, (hoy los vemos), el futuro de las generaciones venideras por el faltante de un recurso vital.

¿No se relaciona también a los modos de ser y operar que tenemos los argentinos de derrochar o mal usar todo de lo poco que tenemos, sin pensar en nosotros o en los otros, en nuestros hijos, argentinos en potencia? Este manifiesto culturalizado se completa con algunas expresiones del imaginario social “los políticos no nacieron de un repollo” “no vinieron del planeta Marte”, “es uno más de nosotros, circunstancialmente nuestro representante”, reforzando la idea que el político tiene que ser lo mas parecido a la gente misma.

Mirar, revisar estas prácticas casi secularizadas nos obliga a pensar a los que vivimos en esta tierra que nos vio nacer, que no decidimos irnos por el puerto, que sentimos el calor de la “tierra madre” la Pachamama, que queremos avanzar en la idea de nación cohesionada, pero no por lo homogéneo ni hegemónico, sino por el reconocimiento de lo diverso y plural que somos con los valores de aceptación y respeto. Ello nos plantea ¿Somos o no somos dignos de lo que nos sucede? Si no lo fuimos, fue por razones de adolescencia en el ejercicio de la ciudadanía, o porque preferimos ser bebés que necesitaban de un Estado con semblanza maternalista que nos decía en el inconciente ¡Gocen! ¡No sufran! ¡Vivan la burbuja exitista con placer!

Si fuimos responsables, lo fuimos de todas las formas, ayudamos, promovimos con nuestros actos sin cuestionamientos mayores, sea desde nuestra comodidad, desde el individualismo, desde los estilos de vida, sosteniendo con nuestras conciencias cerradas y ciegas, pero muy cómodas, un pensamiento utilitarista que apoyaba el peso igual al dólar y la ilusión de vivir en el primer mundo. Así producimos el país de la crisis.

Si a esta altura de la historia no queremos ser indignos empecemos a situarnos en otra perspectiva, concretamente en el hoy, con nuestras existencias, la de todos y como dice Robert Nosik: “Qué tú existas, hace la diferencia”. El género humano puede ejercer una virtud, dada por la esencialidad común a todos los hombres y mujeres cuando tienen la oportunidad, o la ocasión de construirse con su gran capacidad simbólica; de pensar, actuar, crear, de hacer, soñar, inventar todo aquello que le significa salirse de una opresión. Lo humano consiste en el ejercicio de un derecho de revolución, alzarse en contra de realidades que oprimen, esclavizan y denigran. Lo que nos pasó fue la ausencia del que “tú existas” como tarima para construirnos como personas, porque no nos animarnos a ser nosotros mismos.

“Nuestra situación, dice el filósofo Rozitchner, proviene de la pobreza humana que está en nosotros y no pudimos superar. No es que seamos pobres por la crisis, es al revés, la crisis expresa nuestra pobreza”. Se refiere a la humana. Entonces si pensamos, en el hoy, en ese tú que existe y hace nuestra diferencia, porque somos únicos en relación las otras especies de la naturaleza, empezaremos a ver que también hay que salir de la crisis de pensamiento. Si cambiamos la queja moralista, por otra más comprometida en respuestas, si ponemos el entusiasmo, el esfuerzo y no solo la demanda, estaremos construyendo y produciendo otro país. Rozitchner termina diciendo: “en el sentido de construcción de país aparecen las ganas de vivir, y ellas se hacen despacio y avanzan, entendiendo que la existencia de obstáculos y problemas no es algo fuera de lugar sino lo propio de todo camino de logro”.

jueves, 20 de diciembre de 2007

¿QUÉ SE LEE DE UN HECHO POLÍTICO?

Podríamos decir que un hecho político es la valija con dólares que portaba Antonini Wilson en territorio argentino, la supuesta vinculación con el gobierno de Cristina de Kirchner para financiar su campaña electoral, resarcida aún más con la denuncia de Estados Unidos a partir del accionar del FBI. Si nos quedamos con la enumeración de datos, de la narración en el tiempo, de los pormenores, de los autores visibles e invisibles nos estamos perdiendo aspectos recurrentes y sustantivos del conocimiento que literalmente abunda en lo descriptivo, pero no lo justifica desde los porque. En lo cotidiano hay mucho periodismo de información al respecto, es importante sin duda, pero no ayuda a formar opinión y a comprender el dato de la realidad, a formar conciencia histórica. Es pura doxa diría Platón.

“Los hechos son interpretaciones” aporta Nietzche. “Los hechos por si solo no existen, adquieren categoría cuando la voluntad y la conciencia los registra”. La posición de este filósofo alemán nos puede servir de sostén para interpretar dentro de la opinión pública lo que está ocurriendo en la actividad política en estos días o en algún periodo de la historia si queremos.

Entonces frente a este hecho. ¿Qué interpretamos? ¿La presencia de la valija para el supuesto financiamiento de la campaña electoral del 28 de octubre traicionó la buena fe del ciudadano votante en el ejercicio de la democracia representativa? ¿El ciudadano es un rehén que solo se lo valoriza en un padrón electoral para la suma de votos? ¿Se es ciudadano solo en el cuarto oscuro? ¿Acaso no estamos habilitando la no creencia en este sistema? ¿Como se desestima una elección cuándo se sabe que desde la competencia política, hubo lugar a la denuncia porque el juego no fue limpio en las reglas procedimentales? Lo peor es que nos puede suceder como ciudadanos es que actuemos con actitudes espasmódicas, desencantadas o resignadas.

Lo que le ocurrió a la nacionalidad argentina es “denigrante” del latín denigrare que significa poner negro, es decir pone en descrédito, en duda la representación responsable que la ciudadanía eligió. Es denigrante que se desvirtúe el sistema democrático al usar prácticas antiprocedimentales, con un discurso habilidoso haciéndonos creer que los esquizofrénicos somos los gobernados.

Otro punto en cuestión es acerca de cómo se concibe hacer la política.
Si estuviéramos en el período entre guerras en el siglo XX, la opinión pública justificaría los términos “la política es la guerra con otros medios” Carl Schmitt decía por ese entonces la política es la oposición con el otro, aquel que se opone al modo de vida del statu quo, hasta llegar a la eliminación física del adversario” o más antiguo aún, recurramos a Macquivelo que inició la visión de la política como actividad cínica.

Todas estas representaciones colectivas e históricas se cruzaron con prácticas violentas; las podemos encuadrar en luchas por conquista de territorios, por razones estratégicas y geopolíticas, por razones culturales de una época oscura que la civilización y el derecho positivo desaprueba fuertemente.

El contexto histórico contemporáneo es otro indudablemente. Si bien todavía estamos atrapados en el sub-desarrollo, existen aspiraciones, visiones superadoras y emergentes por construir una nación respetuosa e inclusiva de todos sus ciudadanos. Por ende, a partir de lo que las interpretaciones nos aporta, exijamos hacer que las prácticas políticas partidarias no sean clientelares, porque como personas primero, como ciudadanos después somos propietarios de un derecho / deber cívico y político a la vez. Aspiremos a la sustentabilidad democrática, a una manera de hacer política que amanse, suavice y ordene, que haga ligazones y reconstruya lo conflictivo que la actual sociedad tiene en exceso. Es una cuestión de ética pero también de moral.

PINTA TU ALDEA Y PINTARAS EL MUNDO

El fenómeno de la globalización dejó instalado un nuevo orden en la sociedad de las naciones con una impronta de gobernabilidad en la que prevalecen las relaciones políticas económicas, más allá de sus fronteras y configuraciones espaciales, superadora de la tradicional entidad unilateral y monolítica. Los Estados cercanos y próximos que comparten ventajas comparativas en recursos naturales y en productos industrializados pasaron a configurar bloques regionales. Se requería adquirir una identidad concertada a partir de la suma negociada de los países miembros, como en un todo planificado.

Si bien es cierto que esta última categoría fue una debilidad o una ausencia, tampoco lo fue la actitud de conciliar inteligentemente la promoción desde fuera, el contexto supranacional, con las iniciativas potenciadas desde adentro del territorio.

Como sujetos de poca monta soberana, fuimos presos de la burbuja de la economía aperturista noventista, nos salimos de foco, no miramos ni revisamos lo que teníamos y, para peor, salvo raras excepciones, carecimos de la visión de ver la necesidad de los otros contextos para complementarnos o integrarnos. Fortalecimos los efectos de asumir ser parte de la periferia, más los resabios de la perspectiva tercermundista que piensa que es imposible realizar intercambios en desigualdad de posiciones.

Pensar por el contrario en el desarrollo es poder girar nuestra cabeza para mirar, pensar y actuar de manera distinta a la teoría de la dependencia de los años sesenta, con un inevitable reduccionismo, por lo menos en una de sus aristas, en cuanto a los niveles de desarrollo de los países centrales producirían una desventaja inicial difícil hasta para encontrar los “nichos de mercado”. Dar hoy importancia a la variable exógena de la dependencia es auto prescribirnos de matrices drásticas de no poder, de pesimismo, de disminución de sinergias tanto desde lo estatal como de lo privado.


Siguiendo un esquema estratégico de posicionamiento y organización para este proceso decisional, lo local pasa a tomar otra significación, constituyéndose en un reto de desarrollo y revalorización de los contextos de los que ya son exitosos, y también de aquellos que tienen las condiciones iniciales de probabilidad en alguna práctica productiva. En esta dimensión discursiva la descentralización de las acciones es una necesidad imperiosa, pero sin los viejos marcos burocratizados, como también impulsar las políticas de Estado más cerca del desarrollo local y del planeamiento participativo.

Pero… ¿Qué es el desarrollo local? Es un proceso que parte de lo que hay, y de lo que se tiene buscando su mejoramiento y eficiencia. Al revés de las teorías neoclásicas, como la que vimos, pensando que la economía son los ceteris páribus constantes, llámese recursos naturales, capital, fuerza laboral, y tecnología; hoy el crecimiento se sostiene más en los factores endógenos, ligados al capital humano, a los niveles de educación, a los conocimientos y a la capacitación de las personas.

¿Y cuál es el capital humano? Lo que cada persona posee, como la casa y como se vive, el campo y la tecnología que aplica, la finca, el telar, el secadero de frutas, las herramientas, los animales, los vehículos, el dinero. También incluye el conjunto de saberes que posee una población en relación con la vida, con el trabajo, con las personas. Este conocimiento es intangible, no se lo puede medir, pero es un capital endógeno y por lo tanto no debe descuidarse, sino potenciarse.

Me animo a invitarlo a que ejercitemos ese capital intangible que seguramente posee.
Comience a realizar un rastreo de sus saberes, reconocerlos es un principio de la práctica. Es hacer un camino con el pensamiento que además como proceso se retroalimenta naturalmente.
¡Cuántas veces hemos creído que poseemos menos de lo que tenemos!¡Cuántas veces no dimensionamos la capacidad productiva de uno mismo, de la tierra, o de las personas que forman parte de una comunidad! ¡Cuántas veces hemos creído saber muy poco de nosotros mismos hasta que algunos nos hicieron notar sobre nuestras capacidades!

Necesitamos empezar a reconocer las dimensiones de lo que se tiene, y de todo lo que se alcanza a partir de lo que pueden hacer las personas cuando se da valor a la participación plena en las decisiones y procesos. Hago referencia a las mujeres mapuches que venden sus tejidos a Canadá o a las teleras de Belén y Santa María de la provincia de Catamarca que pudieron hacer ingresar en Europa sus tejidos artesanales.

Pinta tu aldea resignicando lo que tenemos, convirtiéndolo en capital cultural: para aumentar los ingresos y produciendo más, disminuyendo la pobreza a partir del acceso a las oportunidades de capacitación y de estudio, participando en la sostenibilidad de los recursos y cuidando el orden democrático. PINTARAS EL MUNDO SI PINTAS TU ALDEA.

lunes, 17 de diciembre de 2007

LA CONSTRUCCIÓN DE CIUDADANÍA Y NUESTRAS ESCUELAS

Si algo nos está sucediendo en este tiempo pos-social, anómico y fragmentado es que las palabras no dicen lo que tienen que decir, perdieron su capacidad de nominación, para nombrar lo que son las cosas o lo que nos sucede. Así también las miradas no miran lo que tienen que mirar. El otro semejante o sufriente no es recortado y mirado como otro, con amoroso interés, con ternura, con aceptación.

La palabra está en retirada. Los grandes relatos que solidificaron la historia murieron, por ende las sociedades también están inestables o espasmódicas, los cuerpos doctrinales que sostenían nuestras prácticas son insustanciales, no hacen lazos, no nos unen. La pregunta que surge es: ¿son las palabras, las miradas las que no nominan, dejaron de ser potentes o son los sujetos de este tiempo los que no las necesitan para referenciar o referenciarse? Esta es una primera aproximación para saber que nos está sucediendo.

¿Qué palabras siento que están en jaque, cuestionadas, y perdieron esa potencialidad nominativa?
Creo que hay varias, pero vamos a hacer un recorte de esa gran lista en función de nuestro trabajo docente: Pienso en ciudadanía, democracia, cultura política. ¿Podemos pensar en qué categoría las tenemos? ¿Estas palabras son iguales a las otras? ¿Es importante que hoy estemos analizándolas? ¿Es importante que estén en nuestras escuelas? Y si las usamos ¿para qué? ¿Qué sentido le implicamos cuando las nombramos?


Para desentrañar esta espesura creo oportuno recurrir al significado de sentido. Sentido es una conexión conciente y reflexiva que realizamos entre lo que es una experiencia originaria, algo vivido, con otra situación que se perfila distinta y significativa.

Aquí me parece que está el nudo de nuestro problema. ¿Cómo ser ciudadano, si carecemos de vivencias o de la experiencia ciudadana y si por otro lado no avizoramos situaciones significativas de ciudadanía de alta intensidad? En nuestra sociedad, en nuestros contextos rurales, ciudadanía es una palabra que no nombra, que no tiene referencia. Es todavía un abstrac.

Es importante analizar ¿Qué nos pasa a nosotros docentes en situación de enseñanza con estas categorías de alta implicancia? Tenemos en principio el concepto de ciudadanía, el que se convertirá en conocimiento en cada alumno; por otro lado somos sujetos autores y parte de la construcción de ese objeto de transmisión. En este lugar de asignación por mandato es posible que estemos atravesados inconcientemente por mitos, creencias e ideologías que están inmersas en el contexto donde vivimos y redireccionan ese entramado simbólico. Sumado a ello como tercer aspecto, somos agentes responsables del acto de transmisión y de la distribución democrática de ese saber. Esta triple configuración nos obliga a reflexionar muy especialmente sobre nuestras prácticas, porque generalmente alguna de estas tres dimensiones nos generará trampas en nuestros discursos, habilitando o reforzando una ciudadanía confusa, contradictoria o anómica con prácticas de resignación, impotencia o desesperanza.

Es cierto que muchos docentes no tenemos en nuestras historias personales experiencias sustantivas de prácticas democráticas sólidas, (tenemos solo dos décadas de régimen democrático). También es cierto que sin conocerla y sin tener la solidez la habilitamos con el voto ciudadano. Votar por la democracia no significa tener la garantía de vivir en democracia, con valores tan caros como es la igualdad, el acceso al bien común, a un orden justo, a la práctica en los derechos humanos. Necesitamos convivir en una cultura “en” los derechos humanos, sean los personalísimos como los de la vida, los económicos y sociales que hacen a la igualdad y no a la pobreza y los del medio ambiente porque aspiramos a vivir en con calidad de vida sustentable para esta generación y para las futuras.

La democracia es el único sistema político que el ser se hace en el hacer. La sociedad democrática no se nos da mágicamente perfecta, tenerla tampoco es el resultado de una mística o del beneficio de la suerte, o de un poder sobrenatural. Lograrla es obra del esfuerzo, del trabajo humanamente racional y apasionadamente perfectible. Solo se aprende a vivir en democracia haciéndola, reflexionando, practicándola. ¿Y quiénes la harían? Nosotros si somos ciudadanos, sujetos que confían y creen en ella. Son ciudadanos los que creen y trazan apuestas, los que realizan hipótesis para garantizar procesos sustentables, los que gustan del compromiso, visionan el futuro, y se juegan en su construcción.
Hacerla perfectible, es reconocerle su potencia.

Desde el aula, desde las instituciones se hace democracia, y podemos jerarquizarnos más allá de las funciones legales, que obviamente las tenemos, (un título, un nombramiento por mérito obviamente) pero el verdadero trabajo es el estar legitimado porque tenemos autoridad. Pensaba que hasta no hace mucho tiempo la autoridad la daba el guardapolvo blanco, hoy necesitamos que la autoridad se asiente en la confianza y en el respeto.

“Constituirme ciudadano junto a mis alumnos es el desafío”. Ser ciudadanos es también interpelarnos con respeto a la cuestión del poder. El poder de cambiar las cosas, de todas aquellas que secularmente no nos hacen ciudadanos y que están muy fuertemente instaladas en nuestras culturas en este caso la política. ¿Qué concepción de poder concebimos si aspiramos muy inconcientemente figuras con carismas patriarcales, varoniles, caudillistas? En el cuento “Un cuento que no esta cuento en la selva de Tillimayrú” observen la lucha interior que tiene el zorro Juan, fiel a sus prácticas de picardía, astucia y seducción, por querer convertir a un cervatillo que tiene encarnada otra manera de vivir: el uso de la ley, por que debajo de cada ley hay un valor de convivencia y de un orden justo.

Si nuestras actuales democracias son tejidos con agujeros, con olvidos, injusticias, malestares, habrá ciudadanos que buscarán los hilos, para fortalecer las tramas, para que nos se generen más baches ni miradas que no miran; podrán elegirán nuevos colores que reanimen la participación, y el compromiso, con posibilidades reales de reflexión y diálogos para la mejora de las situaciones contextuales de riesgo que viven en nuestras localidades. Los sujetos vulnerables y pobres deben saber por donde se adquiere la dignidad humana. Es un derecho/deber enseñarles. Qué telar, que rueca o que huso que oville los hilos se usarán para alcanzar la dignidad, que no es una aspiración, es un estado de existencia, de vida.

Todos los que estamos frente a niños o jóvenes y con el legado de construir subjetividades realizaremos sin lugar a dudas las tramas, los tejidos para que en los próximos años haya menos agujeros en las colchas que dan abrigo, contención y calor.

sábado, 15 de diciembre de 2007

LA DEMOCRACIA COGNITIVA

Edgar Morín argumentaba en referencia a la actual contemporaneidad, que “la condición humana corre el riesgo de permanecer cruelmente dividida y sin rostro”. En otros términos se puede traducir que en el hoy argentino, existe una profunda estratificación de clases sociales: grandes brechas entre ricos y pobres, acentuadas asimetrías, con escasas posibilidades de ascender socialmente, también están los pobres estructurales, los que no tienen las necesidades básicas satisfechas, los excluidos, los marginados, los sin rostro.

Cuando abordamos la problemática de la pobreza, pensamos muy fácilmente en los recursos, pero nos olvidamos de la otra cara, la asignación de los mismos y la justa distribución. Mientras que a los primeros los fabrica el mercado, los crea pensando en los consumidores, la asignación y la distribución de los recursos es cuestión de política, de intervención, de regulación, de estrategia, es responsabilidad de Estado, mucho más si es democrático. ¿De que vale crecer económicamente y traducirlo en ruidosas datos de prensa, cuando el desarrollo humano carece de rostro, de corporeidad y de importancia política y cultural?

La democracia iguala lo que el capitalismo desiguala. ¿Pero porque hablamos de democracia cognitiva? Existe en la teoría ética una circularidad retroalimentativa entre lo que da la democracia- la sustantiva y la procedimental- con la habilitación de la ciudadanía de alta intensidad y la constitución de sujetos con la apropiación del “estado de dignidad “. Cuanto más existan sujetos concientes de su derecho /deber de desarrollo humano, más estaremos en la posta de constituirnos en nación desarrollada.

Refrendamos que el desarrollo humano pasa por los recursos materiales que alimentan, que sanan, que visten, configurándose desde la urgencia desde luego, pero lo importante e imprescindible es la apuesta al conocimiento, a la educación de desempeños y habilidades, como así de la importancia de la construcción de auto-conceptos y autoestimas que potencien la capacidad de salida a la pobreza. Siguiendo esta lógica de sentidos, muchos pobres, dependiendo en que grises se encuentren en la escala social, están desposeídos de los saberes significativos para insertarse en el mundo, y lo están mucho más cuando se les ofrece, el conocimiento con vulgaridad mediática, con superficialidad light y parasitaria, divorciada de sus contextos e identidades, o por el opuesto la concentración tecnocrática de conocimientos sin fin ni son, que solo lleva a más ignorancia y ceguera.

Los contextos rurales y marginales urbanos no necesitan de “educación pobre para pobres” que justifica la política irresponsable del asitencialismo para generar más dependencia clientelar. Mientras se reordenen las políticas públicas para abordar este momento histórico de tanta desigualdad y asimetría, los pobres están, no solo en estadísticas leídos para la burocracia, sino en sujetos de carne y hueso que hacen el “dolor país”. Necesitan como personas recuperar su dignidad a través de otros, del nosotros, pero distintos y renovados después de la burbuja de los años neoliberales, para reconstruir espacios públicos junto con ellos, donde se trabaje desde lo institucional por la democracia cognitiva, con igualdad de oportunidades para una utilización social y justa de los flujos de información, de conocimientos que efectivice la relación del saber, con los emociones y afectos y por sobre todo la dimensión valorativa.

¿CÓMO SE ACTUA ANTE LA POBREZA?

A nadie se le escapa pensar que la pobreza, todavía más del 45 % de la población argentina, tiene responsabilidades económicas y políticas. Los diagnósticos más certeros ubican a la crisis como la resultante de un yerro de la macroeconomía con una visión distorsionada de lo nacional, de una ausencia de respeto a la gente, de un mal uso del poder – él nuestro y el de los gobernantes- de una traición a las bases con las políticas de ajuste, que en definitiva nos hace ver que el escenario político de los últimos 20 años no fue el adecuado.
Sin embargo, en este análisis están ausentes otras dimensiones que también son partícipes de la crisis: lo cultural y también lo moral, y esto es una cuestión que ya nos implica a todos como sociedad.


La tarea de reconstrucción y de salida de la crisis es larga, y debe convertirse en una siembra, más que pensar y esperar en una serie de rápidas modificaciones. Toda política, todo proyecto o acción pensada para el espacio público, como para el privado, que no se elija a la educación en un lugar prioritario será solo una acción “gatopardista” o una acción para que nada cambie.


¿Pero qué educación? La del orden del conocimiento conceptual pero apoyado en valores, que implicará las dimensiones éticas, para si mismo y para la sociedad. Una persona que conoce más, que ha cultivado su capacidad de información, de evaluar y reflexionar, de incorporar nuevas ideas y ponerlas en relación con las anteriores para producir nuevos sentidos, que apunte al crecimiento local y comunitario tendrá en sus manos una herramienta invalorable, no solo para abrirse camino en el mundo del trabajo, sino también asegurar la fuerza laboral del país y para la construcción de la nación argentina.


“El saber no ocupa lugar” decíamos antes en el espíritu de la filosofía clásica de los Grecia antigua. Y hoy ¿qué diríamos? Diríamos además, “abre espacios” “multiplica lugares” para el desarrollo humano. Para ello se necesita de una cierta audacia, de una disposición encarnada de los deseos, de una presentación y de una representación del acto educativo. Necesitamos de la teoría de los cuerpos pensada por Spinoza, que animen y se contagien mutuamente para salir de la tristeza. No es lo mismo mirar la pobreza desde la tristeza que despontecializa que mirarla desde la posibilidad y la oportunidad de salida como un derecho/deber.

Realizar en nuestras instituciones escolares una educación integral, que apunte al desarrollo de la inteligencia, al fortalecimiento de los procedimientos procesuales de auto-crecimiento personales, compatibles con aspectos valorativos para la construcción de sujetos de compromiso para lo ético y lo social es lo esperable. Por ende no será plausible si solo se cubre el plano de la transmisión y creación del conocimiento de todo tipo, es también hacer “sentir” el sabor, el gusto para saber más, en nuestros pequeños sujetos potentes en el terreno de la educabilidad. Es decir “sentir el gozo por saber más”, como hace un tiempo atrás, cuando esas madres laboriosas y de oficio decían de sus hijos “m..hijo el dotor”.

lunes, 10 de diciembre de 2007

CONCEPCIONES SOBRE LA NUEVA RURALIDAD Y SUS IMPLICANCIAS EN LAS PRÁCTICAS ESCOLARES.

El siguiente documento tiene el propósito de presentar algunas reflexiones y líneas de pensamiento que avizoran una perspectiva comprensiva de una realidad compleja, diversa y heterogénea, ante la cual los análisis teóricos planteados desde la estética hegemónica (1), como las estrategias ensayadas también en los escenarios latino-americanos, han fortalecido la concepción de déficit, de desventajas y asimetrías hacia lo rural o campesino.

Muchas de las visiones históricas del sistema “dibujadas” en políticas públicas han carecido del abordaje integral y del tratamiento diferenciado de una realidad social donde hizo impacto en la toma de decisiones, la mirada puesta en las carencias como: el aislamiento geográfico, la población dispersa y vieja,(2) la ausencia de servicios, la resignación o el fatalismo en sus actores. En respuesta a esa modalidad de análisis es que se usaron abundantes estrategias coyunturales, corto-plazistas y con fuertes efectos asistencialistas, sin la participación, ni la motivación, ni la generación de empoderamiento en los destinatarios, los sujetos finales del proceso de intervención para efectivizar las mejoras o los cambios.

Muy lejos estuvo la generación de procesos emancipatorios, de autonomía y desarrollo local o regional en función del uso responsable de los recursos naturales, como de la comprensión respetuosa de los modos culturales de los sujetos-destino, visión actualmente superada por el aporte de los enfoques sociológicos. Por el contrario se reforzaron otros esquemas y otras representaciones simbólicas por dictamen. El poder referencial y sistémico de dominación fomentó las prácticas con fuerte determinismo (3) social y cultural.

El tener como registro actualmente en los sujetos rurales el auto-concepto del “no puedo”, “no sabemos”, “no será posible”, se da correlativamente con una baja o débil autoestima personal. En lo social faltaron persistentemente los procesos colectivos de autonomía. Por décadas históricas se realimentaron conciente o inconcientemente la asimetría, no sólo desde la ideología del sistema sino desde las mismas prácticas de los autores. Es plausible que al interior de las mismas se perciban apreciaciones y estigmas como: “el campo no sirve”, “que le vamos a hacer, si somos pobres”, “este lugar no da para más”.

Fiel y útil a este modelo de fragmentación social y de no construcción de la nación plural y diversa (4) , se viabilizó el concepto de ruralidad tradicional que se corresponde estrictamente al razonamiento mono-causal: el espacio rural depende exclusivamente del uso de los recursos y de la producción que da el campo. Por ende las formas de vida y los estilos culturales, hasta los destinos humanos dependían de la gestión autárquica (5) y autorregulada de esos elementos. La dimensión rural es entonces solo vista desde la producción agropecuaria con su inevitable fragmentación de las otras esferas de lo social, cultural, económico y político y que el sujeto de contexto rural también lo necesita como “sujeto de derecho”.

La visión monolítica de la dimensión rural todavía pervive en nuestras mentalidades: lo miramos como el espacio conformado en unidades campesinas que se hacen por el uso intensivo de la tierra y del trabajo familiar. Particularmente en nuestra provincia existe un número importante de minifundios donde la titularidad de la tierra no alcanza a tener todos los elementos jurídicos para su legítima tenencia. Por otro lado los derechos de propiedad son realimentados por culturas patriarcales muy rígidas que generan problemas en la “herencia de la tierra” imposibilitando una rápida distribución sucesoria. En la actualidad las pequeñas unidades campesinas pertenecen a la primera generación, la de los abuelos y los jóvenes de las regiones rurales, no pueden acceder a los beneficios de instalar pequeños emprendimientos.

¿Y CUÁL ES LA NUEVA RURALIDAD?

Es entendida como “el proceso de los conjuntos de políticas económicas y sociales por las que se dan una serie de transformaciones en la existencia y dinámica de los territorios rurales, como así también el resultado del mejoramiento de las condiciones de bienestar general de la población en su conjunto”. Expresión tomada de una ponencia latinoamericana en el Congreso de Nueva Ruralidad en la Universidad de Barcelona, en 1999.

Conocer, interpretar, describir, explicar comprensivamente la Nueva Ruralidad, implica reconocer que los procesos de globalización bajo el imperio de las políticas neoliberales, como asimismo los influjos del postmodernismo impactaron y desequilibraron los espacios rurales y a los actores porque se desdibujaron los límites de las identidades. Hoy por hoy en este escenario complejo no es muy fácil identificar entre lo que es estrictamente rural y lo esencialmente no rural. Si no, observemos como la telefonía celular, un bien terciario, también es de uso en espacios rurales.

La influencia de este fenómeno inevitable hizo que los efectos fueran drásticos según sean países “en desarrollo”, “pobres” o “desarrollados” (6) . En América Latina, incluida Argentina, la implantación de políticas neoliberales con fuerte ajuste estructural en la economía, han transformado las pautas de comportamiento de los sujetos sociales, su relación con la tierra y el deseo de identificarse y relacionarse con ella.

En las familias de la región N.O.A la pauta cultural de trabajar la tierra como pequeñas economías de sustento familiar ha dejado de ser potente. (7) Se observa una disminución en la potencia de actuar, relacionada más con la tristeza y resignación que con la convicción de realizar acciones a través de los cuerpos o del músculo. Las horas hombre están ausentes o muy desnutridas de poder, de sentido y de alegrías. Los sujetos que en su génesis social y cultural estuvieron aislados, que no alcanzaron niveles mínimos de desarrollo, que son atravesados velozmente por crisis y que no encuentran puntos de acertividad y de referencias en otros sectores, ya sean del Estado o de la Sociedad Civil, pierden su capacidad de tomar decisiones y desarrollar liderazgos colectivos.

Sin embargo, ante esta cuestión se levantan voces esperanzadoras; algunos estudiosos de las cuestiones rurales dicen que si bien es cierto que el funcionamiento de la economía campesina es socavada por el desarrollo y prevalencia de las relaciones mercantiles, las mismas no se dirigen a su total desaparición. Nuevas formas, nuevas estrategias son puestas en prácticas, para adaptarse y acomodarse a los requisitos de las nuevas cuestiones: sean económicas, políticas, culturales o ecológicas. Los actores locales, las comunidades campesinas que tuvieron un cierto y determinado potencial económico, deberán visualizar el desarrollo tecnológico factible, como de otros mecanismos de construcción del espacio, entendido como el territorio resignificado y valorado del que culturalmente son parte, aunque el fenómeno del desarraigo las esté minando.

“Los distintos sectores del Gobierno, como la misma Sociedad Civil (8) deberán abocarse “al como”: se apropien, re-signifiquen y construyan una serie de modos de hacer y de comportamientos culturales bajo los que se ha sustentado tradicionalmente la vida cotidiana en los territorios rurales. Igualmente se analizarán las formas en que se dan nuevos estilos de participación local, como la formación de micro-emprendimientos u otras estrategias que se desarrollen a partir de nexos con las asociaciones profesionales, los organismos gubernamentales, las cámara de comercios, etc.” (9)

¿QUÉ ROL LE TOCA A LA ESCUELA DE CONTEXTO RURAL?

Si la escuela de contexto rural aborda la problemática de su cotidianidad denostada en asimetrías y carencias, solamente desde una dimensión técnica, es posible que se quede anclada en un discurso formalizado del “deber ser”, de puntuales relaciones de causas y efectos consecuentes al modelo con prácticas habilitantes que miran parcial o sectorialmente esa realidad.

Los tiempos actuales requieren que las intervenciones docentes, además de ser relevantes, sean urgentes. Por lo tanto cada acto de enseñanza que realicen las instituciones tienen que ser actos políticos. (10) Las escuelas de contexto rural deben ser instituciones con mucha política, (11) con docentes que sepan usarla como una práctica que apunte a aceitar el conflicto y suavizar el problema.

El docente que tenga incorporado el concepto de Nueva Ruralidad es aquel que revisó sus ideologías y creencias para superar y enfrentar una propuesta de desarrollo, que lejos de subestimar lo rural aceptando políticas compensatorias y asistenciales por las cuales es cooptado, proponga desde las aulas una política de desarrollo rural sostenible.

Por otro lado es importante que rescatemos el concepto de Desarrollo Local (12) como complementario al desarrollo rural, porque nos brinda “un marco para que las comunidades rurales puedan emprender un camino diferente, a través de la promoción de procesos que potencien nuevas formas de gestión, que permitan aprovechar las ventajas y potenciar las prácticas locales en contextos cambiantes en cuanto a amenazas y oportunidades para el propio desarrollo” (13)

El docente de nuestras comunidades rurales debe realizar un acto de reflexión ética y replantearse, si con su práctica, alimentará las construcciones de políticas de desarrollo sostenible. Es variada la bibliografía que apunta, que en esos contextos debe operar la presencia de un maestro facilitador de aprendizajes con gran compromiso social y cultural. Una comunidad rural necesita de un docente que instale la promoción humana.

¿CÓMO RESIGNIFICAMOS LOS NAP EN LAS ESCUELAS DE CONTEXTO RURAL?

Tomamos de los NAP (Nucleos de Aprendizaje Prioritarios) los siguientes sentidos pedagógicos:

• Construir el significado de sujeto y de ciudadano de alta intensidad a partir de las asimetrías, y sobre ellas, construir empoderamiento en los niños y jóvenes de las comunidades rurales.

• Ayudar a construir prácticas docentes que habiliten una escuela que rompa con la desigualdad al acceso y circulación democrática del conocimiento.

• Replantear y resignificar en cada agrupamiento el diseño curricular a partir de los NAP con una práctica escolar respetuosa de la cultura e identidad local y una visión de inserción en el mundo.

• Abordar las desigualdades y las diferencias del contexto rural a partir de un desarrollo didáctico curricular centrado en problemas concretos que habiliten los contenidos relevantes de enseñanza y que fomenten la promoción humana.

• Generar espacios de reflexión para la toma de decisión en situación, fortaleciendo la conformación de los agrupamientos, pensado éste, como el espacio (lugar y tiempo) para el estudio y análisis de los NAP y currículos en contextos.

• Resignificar la práctica de la didáctica del plurigrado a partir de la concepción de agrupamientos flexibles de tiempo y espacios, jerarquizando la cultura del trabajo escolar.

• Ayudar a la construcción de inter- subjetividades en las comunidades rurales a partir de cadenas de valor, que impliquen experiencias positivas con autonomía y autoestima personal.


Citas:
1 Se denomina al trabajo que realiza el poder porque controla los recursos económicos, políticos e ideológicos.
2 Es la población en la cual los padres, adultos jóvenes, exiliaron hacia otros lugares en busca de oportunidades de trabajo, generándose procesos de desarraigo y transculturalización.
3 Es la posición del positivismo clásico afirmado en el darwinismo que los mejor posicionados en la escala social gozan de los mejores beneficios.
4 Paradigma sostenido por los NAP en todos las Áreas Básicas, muy especialmente en las Ciencias Sociales.
5 Se dice de las organizaciones sociales que gestionan sus propias normas y manejan sus propios recursos económicos y financieros.
6 En América Latina co-existen la primera y segunda categoría, a diferencia de la Unión Europea que todos son desarrollados, lo que facilita las políticas en bloques comerciales.
7 Este término está en referencia con lo trabajad por Deleuze a partir de Spinoza: “En Medio de Spinoza “
8 Sociedad Civil es la conformación de ciudadanos que tienen la conciencia de los beneficios del empoderamiento y conforman el tercer sector de la política junto al Estado y al Mercado.
9 Ávila Sánchez, Héctor: La dinámica actual de los territorios rurales en América Latina.
10 Entendemos que el acto político es esencialmente democrático, porque distribuye equitativamente el conocimiento, atiende al principio de igualdad y a la construcción de ciudadanía.
11 Tomado del texto Educar: Ese acto político. Frigerio, Graciela. Diker, Gabriela.
12 Toma relevancia este concepto a partir de los procesos de conformación de bloques y regiones económicas.
13 Extraído del sitio Web de “abc” de la provincia de Bs Aires.

Bibliografía Consultada
1.Ávila Sanchez, Héctor. La dinámica actual de los territorios rurales en América Latina. Presentación del Estado de México en la Universidad de Barcelona.
2.Deleuze, Giles: En medio de Spinoza. Cactus Editorial.
3.Frigerio, Graciela, Diker, Gabriela. Educar: ese acto político. Serie Seminarios del CEM
4.Kessler, Gabriel. Juventud rural en América Latina. IIPE. 2006
5.Sitio www. “abc” Ministerio de la Provincia de Bs Aires.
6.Taller Regional: Una educación en población para jóvenes rurales. Chile. 1996.
7.VI Congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología Rural. ALASRU. Brasil. 2002

¿ES UNA CUESTIÓN DE FONDO O ES EL MAQUILLAJE DE LA COYUNTURA?

Si una sola mujer entra en la política, cambia la mujer.
Si son varias las mujeres cambia la política. (Colombo)

Las mujeres riojanas que luchan desde las dificultades y discriminaciones reales para ocupar el espacio público de la política y fundamentalmente los ámbitos decidores de la gestión y gobernabilidad, actualmente cooptado por hombres (léase ministerios, secretarías); y que es la expresión del inconciente “fálico” reverberado en nuestra provincia, podrían, digo, sentir una especie de aire nuevo al observar que una mujer la Sra. Cristina Fernández de Kirchner es presidenta de la Nación.

Las mujeres podríamos empezar de hoy en más a realimentar “el ego feminista” y tejer las tramas y alianzas corporativas para sacar del lado oculto, negado e invisible, los asuntos que no se dan o no crecen por los innumerables “techos de cristal” que tiene nuestro trabajo en los distintos ámbitos de la agenda del Estado.

También podría pensarse que es un “acontecimiento que revierte la deuda histórica” que tiene la humanidad con respecto a la mujer, y lo que se hace en esta coyuntura no es más que un acto con sentido de justicia. Andaríamos en la misma onda y en sintonía con la impronta de que este nuevo siglo es el siglo de la mujer.

Podría ponerse en el discurso y en tablero de la actual política la figura de una mujer que resuelva la inequidad social y subdesarrollo por que sobre la corporeidad femenina se proyecta el mito, - ese hálito sagrado- que se monta sobre la ternura, la sensibilidad, las habilidades para cuidar y domesticar. De esa manera se resolverían mágicamente las asimetrías entre los que menos tienen con los que están afiliados a un determinado y vivido bienestar

Quedarnos en estos presupuestos interpretativos es habilitar un pensamiento simplificado y reduccionista, porque elegir al candidato/a a la presidencia de la nación no pasa por la cuestión de género ni por la oportunidad feminista de ocupar tal función, sino por los mecanismos legales que el mismo sistema plantea para la hacer el accountability es decir la representación responsable. Aquí está la cuestión de fondo ¿Qué dispositivo se usó para montar la representación al ciudadano/a? ¿Quién y qué actores la eligieron entre varios para la fórmula electiva? Y por ende ¿donde se asienta el significado de la responsabilidad? Lo legal no está. Entonces ¿por que costado se sustentará lo legítimo? Es decir ese gustito de consensos, que amalgama seguridad y garantía y que se levanta fundamentalmente sobre valores y principios ¿Sobre que verdad? ¿Sobre qué principios?

Las mujeres que vivimos y analizamos a la política como un hecho que cruza a todos los sujetos sociales decimos que tenemos la oportunidad de construir una nueva política, pero haciéndolas con otras prácticas y otras representaciones, porque sino es la política de hombres con perfume de mujer.