lunes, 24 de marzo de 2008

PARA UNA CULTURA DE LA MEMORIA: EL TERRORISMO DE ESTADO Y LOS CHICOS

¡Papá!..¿Dónde estuviste cuándo fue el golpe? ¿Vos qué hiciste durante el proceso?

Estos dos interrogantes además de relacionarnos con un trozo de la realidad puede dar origen a distintas interpretaciones en el sentido nietzscheano, "cuando los hechos no son tales sino en las interpretaciones que cada uno puede realizar con la libertad y la capacidad de pensar”. Entonces, los interrogantes que preceden pueden ser la expresión de un joven en proceso de inteligibilidad de los hechos de nuestro pasado; puede ser la necesidad de un “sueño utópico ciudadano” hacia un adulto que vivió esa década y necesita transparentarlo/se, puede ser una acción propedéutica para indagar el ámbito cultural del “eso no se habla” y si todavía hace al identitario argentino, o puede ser un vuelo ficcional para ejercitar la memoria, porque “el hoy es la lucha entre la política de la memoria contra la política de la amnesia”.

Entonces frente a los chicos ¿Cómo construimos un discurso para hacer buenos andamiajes que nos permita transmitir lo que fue una realidad oscura, aciaga e incivilizada? ¿Cómo nos posicionamos ante los niños? ¿Cómo juzgamos y actuamos ante los datos de una década de infamia y desorden cuando sabemos que la infancia es vulnerable y no debemos dañar su pquismo en formación?

¿Procederemos como el padre y su hijito muy pequeño que vivieron en un campo de concentración nazi, tal como lo describe la película italiana “La Vida es Bella”? Ese adulto por no querer que su pequeño sufra lo inevitable, le construye un mundo de fantasía y de imaginación jugando en la suma de puntos por no comer, no llorar, no quejarse y aguantar, porque piensa que las cosas malas y tristes es mejor no verlas sino ocultarlas. En esta película la mentira o el silencio se convierten en un medio de salvación. Es cuestión de vida o de muerte.

Pero en el caso argentino, es la memoria la que pelea con el olvido, en provocaciones culturales para agilizarla y ejercitarla, porque “olvidar es una función tan importante como el recordar”. En nuestra Argentina pasaron cosas malas y tristes, que no tienen que volver a suceder justamente por eso, por eso hay que acordarse de ellas, hay que mantenerlas activas en la historia y en la memoria. La Asociación Psicoanalista Argentina en unos pocos años atrás a través de su presidente refuerza lo anterior diciendo que: “lo que no se elabora se repite”. Hace referencia a que la cultura reproduce mecánicamente en hechos lo que no resuelve, transfiriendo réplicas de violencia en los fenómenos actuales.

Partamos que la infancia es una etapa educable por excelencia y que esa educabilidad se da siempre en relación con un adulto, siendo este un gran mediador a pesar de la asimetría entre el niño, el adulto y la realidad. ¿Qué realidad? ¿Qué datos tiene esta realidad? Sin dudas es el terrorismo. ¿Está bien decir terrorismo de Estado?

El terrorismo tiene como rasgos distintivos el ejercicio de la violencia, el acoso, la persecución, hasta el crimen organizado a personas o a un colectivo social diferente, infunde el terror, el miedo a la población y actúa al margen de la ley. Es más acertado decir terrorismo político que terrorismo de Estado. Es incompatible el terrorismo con los fines que persigue el Estado, puesto que se opone al bien común que es el fin primario y fundamental del Estado como forma organizada que es la sociedad a quien representa.

Es importante indagar en la historia las manifestaciones del terrorismo y sus secuelas, el conocer los datos reales y las representaciones simbólicas que humillaron el quehacer de las instituciones de la democracia, violentando el homo jurídico, el estado de derecho, los derechos civiles, políticos, sociales. También es el permitirnos analizar nuestras profundas convicciones sobre esta problemática o nuestra fugas mundi que como adultos las tenemos, va a permitir en todo caso que los adultos encontremos responsablemente esa mediación, ese espacio de protección que opere como una pantalla para abordar esta particular arista cultural. ¿Por qué ocurrió lo que no tenía que ocurrir?

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