domingo, 30 de diciembre de 2007

¿QUE TIENEN DE COMÚN LA POLÍTICA CON LA EDUCACIÓN?

Me debía como autora de textos tratar esta relación vincular, entre la política y la educación, no solo por ser temáticas muy actuales, sino para dar respuesta al visitante de este blog que puede haber realizado conexiones entre las dos entradas que hacen a su formato. Quizás, celebrando la consumación del acto lector a través de la participación con el texto, haya realizado inferencias, se haya jugado en anticipaciones, en planteos y desacuerdos, o simplemente se conectó con otros sentidos. Esto es la maravilla de la lectura cualquiera sea el soporte, papel, o pantalla informática. Es posible que se cumpla el pensamiento del escritor ruso Todorov cuando dijo “un texto es sólo un picnic en el que el autor lleva las palabras, y los lectores, el sentido”.

¿Qué sentido tiene hablar de la política y de la educación? ¿Es un tema solo de los profesionales docentes, o de una agenda ministerial solamente? ¿Es tema de planeamiento estratégico? (ojalá lo fuera) En realidad es un tema que nos compete a todos, porque el nivel de educación de un país, el destino y montos de los porcentajes del PBI (Producto Bruto Interno) serán los niveles de desarrollo humano, económico, cultural estables y confiables. Desde la Ley Federal de Educación de la época de los 90, y hasta la actual Nueva Ley de Educación, (Nº 26.206) se prescribe usar el 6% del PBI. Sin embargo no es suficiente cuando las economías son débiles. Cuba usa el 8%, Panamá el 6%, los países del sudeste asiático hace treinta años que están con esta medida, y en los países nórdicos las mediciones se realizan en los adultos y sus niveles de educación terciaria.

Al revés argentino, la historiografía nos está señalando que en unas épocas se consideró que” educación era un gasto, y no una inversión” “que no hacían falta libros en las escuelas” “que solo basta con la vocación docentes para estar frente a las aulas” “que los docentes además de enseñar pueden dar de comer, entregar zapatillas“ ”que la inversión en el área educativa no se traduce en votos inmediatos”. No solo fueron expresiones lingüísticas, fueron decisiones de políticas de Estado, llámese populismo, dictadura militar, estado neoliberal.

Los entrecruzamientos y los montajes de estas dos áreas como se ve son para los encuentros, y hoy mucho más cuando el paradigma latinoamericano para la inclusión y salida de la pobreza las agendas de estado están diciendo “Que cuando más se invierte en educación, más factible el crecimiento” (Murduchowickz en el País, Septiembre 2006).


Si bien es cierto que hicimos un análisis vincular entre estos dos conceptos, la intensión de este artículo es poder hacer otro viraje relacional entre Política y Educación desde la construcción y significación de ciudadanía como sujeto autónomo, como actor decisional en la red de instituciones que tiene el contexto social. En ese sentido y desde una moral o desde una ética debemos aspirar a que la Política ordene lo desordenado, suavice y resuelva el conflicto, logre la paz y el orden justo, pero por sobre todo potencie a que los hombres y mujeres sepan usar del poder, que naturalmente lo tienen pero que es necesario construirlo, en una sociedad donde la convivencia es parte de la vida.
La Educación como actividad también desea que los individuos sean personas con autonomía, con responsabilidades y con capacidades instaladas para ser ciudadanos activos, comprometidos en el contexto donde se mueven y para este tiempo histórico que vivimos. Pero aquí un elemento clave que aporta el psicoanálisis: ser ciudadano es autorizarse a serlo, es decir “uno se autoriza sólo a si mismo” Lacán.

La Política tiene el mismo objeto que la Educación: la autonomía de los seres humanos. Una educación de la autonomía puede ayudar a la salida de la crisis y a la mejora de sus subjetividades y contextos latinoamericanos.

Autores e intelectuales actuales reconocen que “la supuesta filosofía política moderna y contemporánea se olvidó de la cuestión de la educación” Castoriades 2005. Salvo los pensadores desde Platón hasta Rousseau, todos en adelante trabajaron en el falso presupuesto que ya estaban dadas las condiciones de individuos libres, porque hicieron sus propias reflexiones y tomaron conciencia sobre la acometida del capitalismo y sus consecuencias en lo socioeconómico.

Tener una salida hacia la autonomía es plantearse una paradoja, pero por ser tal exige abordarla con los criterios de paradoja. “la autonomía consiste en la capacidad de poner en tela de juicio a la institución dada por la sociedad; y es esta misma institución la que, por intermedio sobre todo de la educación, debe capacitarlos para poder cuestionarla”. Castoriades, Cornelius. Significaría no dejarnos atrapar por el dilema ¿el huevo o la gallina?

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